miércoles, 11 de junio de 2008

Nones

Yo estaba mirando el Titicaca, en realidad estaba mirando para adentro pero el Titicaca era una buena excusa para mantener mi diálogo interno sin parecer una loca. Era uno de esos días angustiosos, en donde los pares se habían vuelto hostiles para mí y necesitaba decodificar todo lo que había pasado la noche anterior. Necesitaba descargarme por la noche anterior y por otras noches, incluso otros días.
En el medio de todo ese regodeo, aparece un hermoso niño aimara a venderme no recuerdo qué. En Bolivia todo el tiempo quieren venderte algo. No acepté pero se ve que el sí compró mi compañía.
Primero intercambiamos algunos datos necesarios, o no tanto: nombre, mi nacionalidad, edad y otras cuestiones. El sólo tenía unos 7, 8 añitos. Le pregunté si además de trabajar, alguna vez jugaba. Me dijo que no. También me contó que su papá trabajaba en construcciones y que volvía de noche. No lo cuidaba realmente. El se preparaba su comida y se las arreglaba bastante bien solo. Extrañaba a su mamá que trabajaba en Argentina y que en algún momento lo vendría a buscar.
Me preguntó a qué jugaba yo. Le conté sobre las cartas y le expliqué cómo se jugaba al Chinchon. Ellos tienen un juego similar. Hablamos sobre la luna, me preguntó porque la podíamos ver. El tiempo que a veces me tomaba para contestar lo que me preguntaba de manera sencilla, era innecesario, el me entendía rápidamente.
Me mostró los instrumentos que el mismo armaba y cómo los hacía. No pude más que sentirme una idiota. Yo con mis manos apenas puedo gesticular. Me dijo que de grande quería ser músico. El me preguntó a mí qué quería ser. A mí se me complicó más contestarle, más aún teniendo en cuenta que yo ya era grande. ¿Yo ya era lo que quería ser? Me contó de sus estrategias de guerra para evitar que otro de los chicos que lo celaba le pegara, el vendía más.
En los 3 días que transcurrieron en Isla del Sol fue la charla más honesta que tuve. Con los pares no logré entenderme tan bien. Claramente soy mejor con los impares.

1 comentario:

Martín Espiño dijo...

¿Cómo definís a un par? ¿Par en qué? ¿Par en edad, par en profesión, en estado civil, en lengua, nacionalidad, origen? Deben haber cosas más importantes que definen a un "par", y no siempre son fáciles de ver a primera vista. Me parece que lo primero que deberías hacer es repensar a quiénes considerás tus pares...
(PD: maldita verificación...)